• 20/02/2013

Si a la situación actual de crisis económica hubiera que buscarle una cara positiva, y rescatar la frase “no hay mal que por bien no venga”, sin duda destacaríamos la eclosión de alternativas innovadoras en internet para ganar más usando mejor los recursos.  En concreto hablamos del consumo colaborativo, un auténtico salvavidas para mantenerse a flote durante el temporal.

Hacemos uso del consumo colaborativo en cualquier acto de compartir o reutilizar bienes y servicios. Éste surge de un cambio de concepción de los recursos: para disfrutar de un bien no es necesario “poseerlo”,  tan sólo acceder a él, y de esta manera un mismo bien o servicio puede satisfacer las necesidades de acceso a más de un usuario.

Podemos identificar ejemplos análogos de este tipo de consumo en el pasado ya que  Internet  y las redes sociales han dado el empujón necesario para que estas alternativas triunfen y adquieran visibilidad global.  Llevamos tiempo entrenándonos para compartir apuntes (El rincón del vago), archivos de música (Napster), vídeos (Youtube), series (Series Pepito) o conocimiento (Wikipedia).

Además las iniciativas de consumo colaborativo ofrecen otro tipo de beneficios, por eso hablamos de ganar más con Internet.

En primer lugar, facilitan la conexión entre personas y/o usuarios, los que disponen de recursos infrautilizados y los que tienen necesidad de esos mismos recursos. Quizás de una interacción aislada no saquemos mucho provecho pero la suma de ellas puede hacer crecer enormemente nuestro capital social, y si además son interacciones satisfactorias, nuestra credibilidad como gestores y/o consumidores en una comunidad muy exigente aumentará nuestras posibilidades de acceder a más y  adquiriremos crédito.

En segundo lugar,  cuando compartimos, reutilizamos y ahorramos recursos, estamos creando valor ecológico. No hay mayor reciclaje que la no producción, el hacer un uso más óptimo de  lo que ya disponemos.

Desde la perspectiva de la empresa el consumo colaborativo es interesante en un doble nivel. Como clientes de productos colaborativos las empresas pueden reducir sus costes y acceder a servicios que aumenten sus beneficios con una mínima inversión. Pero además, el consumo colaborativo ha creado un nicho de mercado para nuevos proyectos empresariales.

Algunos  ejemplos de empresas que están triunfando con modelos de negocio “colaborativos” son Air bnb (alojamiento), Etsy (plataforma de artesanos), Zipcar (coches compartidos), Kickstarter ( crowdfunding) y Netflix  o Wuaki ( videoclubs online).

En España se han publicado algunos datos sorprendentes de inversión en consumo colaborativo del año 2012. Entre estos datos destacan los 35 millones que generó Airbnb en España en 2012, los 7,5 millones de euros en ampliación de capital de BlaBlacar ó los 3,5 millones de inversión privada que llevaron al traslado de la empresa Busuu, una comunidad para aprender idiomas, de Madrid a Londres.

No se trata pues de una moda pasajera, más bien de una megatendencia con  impacto real en la economía global. De hecho, muchas empresas deberían replantearse un modelo de negocio que la economía colaborativa deja en evidencia por su bajo coste y accesibilidad.

A continuación, os dejamos un vídeo de Rachel Botsman con un speech en defensa del consumo colaborativo.

En esta línea, una iniciativa para satisfacer necesidades de forma compartida y que ha tenido mucho éxito en España es el Coworking.  Albert Cañigueral, cabeza visible de  consumocolaborativo.com y oiushare en España, afirma que éste es el país en el que hay más “coworkings” per cápita. En parte, podemos explicar este fenómeno por la proporción de microempresas que existen en España (la micronización del mercado).

Si el consumo colaborativo funciona para el espacio de trabajo, ¿por qué no aplicarlo a otros ámbitos de consumo empresarial? ¿Qué beneficios podría aportar? Puedes comentar tu valoración al respecto en nuestro grupo IDaccion: emprendedores y empresarios. ¿Ves el consumo colaborativo como una oportunidad para ganar más?