La cita del título es del boxeador Mike Tyson, que se mofaba así de las estrategias que pudieran tener sus rivales ante la fuerza de su pegada. Algo parecido sucede en las empresas. Después de planificar, diseñar, organizar y financiar tu proyecto empresarial debes lanzarte a la calle, al mercado, y ahí, es muy probable encontrarse con un “puñetazo en la boca”, es decir, con que las cosas no son como las habías previsto.
La incertidumbre es una compañera inseparable del emprendedor ¿Funcionará mi idea? ¿Conseguiré la financiación? ¿Alcanzaré las ventas que necesito para obtener beneficios? Y la cosa no mejora cuando la empresa ya está consolidada. Las incógnitas acompañarán la actividad empresarial durante toda la vida, y más en los tiempos actuales en que se suceden cambios a toda velocidad en diferentes ámbitos:
- Los mercados financieros
- La tecnología
- Los hábitos de consumo
- Las modas y tendencias
- Las formas de comunicarse y relacionarse
- Los canales de venta
- La competencia
La incertidumbre nos saca de nuestra zona de confort. Nos expulsa del espacio conocido y nos hace movernos en un terreno resbaladizo. Sin embargo, no podemos lamentarnos o esperar a que la incertidumbre desaparezca para actuar. Debemos convivir con ella y aprender a gestionarla. Para ello debemos considerar las siguientes claves:
- La incertidumbre genera nuevas oportunidades. ¡Hay que estar atento!
- Abrir la empresa al entorno: escuchar a los clientes, a los trabajadores y a los proveedores. ¡Todos ellos son nuestras orejas y nuestros ojos en el mundo!
- Orientación al cliente y al producto. No debemos pensar en nuestra organización interna, en nuestros procesos, nuestros recursos o nuestras habilidades. Empezar desde el cliente, ¿qué necesita? A partir de aquí desarrollar el producto y organizar los recursos y los procesos que sean necesarios para conseguir satisfacerle..
- Liderar desde la confianza y mantener la visión. La incertidumbre, acompañada de ausencia de información o de información sesgada puede dañar la moral y la implicación de nuestros colaboradores (socios, empleados, proveedores, inversores). Por ello hay que dar la información necesaria (también la negativa) y transmitir con fuerza la visión que se debe mantener pese a los cambios en el entorno.
- Autonomía en la toma de decisiones: si tenemos empleados o colaboradores, estos deben tener unas guías claras de cómo deben actuar y un marco definido en el que pueden tomar sus propias decisiones. Esto nos permitirá dar respuestas mucho más rápidas.
- Tejer redes de colaboración y cooperación. Más allá de tu empresa, de tu proyecto, hay otras empresas, emprendedores, entidades e instituciones de todo tipo con las que puedes colaborar en algún aspecto. Estar conectado te puede dar acceso a información relevante o recursos que te permitan gestionar mejor la incertidumbre. Como sabes, en el grupo IDaccion: emprendedores y empresarios, hay más de 8.000 personas relacionadas con el mundo de los negocios con las que puedes conectar de forma fácil.
Si aplicamos las anteriores premisas seremos capaces de construir una organización flexible, capaz de aprender y de innovar, adaptándose rápidamente a los cambios del entorno. La incertidumbre no es necesariamente negativa. Si eres emprendedor puedes sacarle provecho y ¡ser tú el que reparta puñetazos!
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